En el mundo de la inversión, donde las pantallas se llenan de gráficos, indicadores y señales técnicas, es fácil olvidar que detrás de cada movimiento de precio hay una empresa real, con ingresos, gastos, deudas y beneficios.
Volver a las raíces, especialmente en un entorno tan complejo, es una forma de mantener los pies sobre la tierra.
Aunque el análisis técnico resulta indispensable para decidir el cuándo, el análisis fundamental sigue siendo la clave para decidir el qué. En otras palabras: el primero marca el momento, el segundo la dirección. Y entre los indicadores fundamentales más utilizados por los inversores profesionales, el PER ocupa un lugar protagonista.
Qué es el PER de una acción
El PER (siglas de Price to Earnings Ratio, o “relación precio-beneficio”) mide cuántas veces los inversores están dispuestos a pagar los beneficios anuales de una empresa al comprar sus acciones.
En términos simples, el PER te indica cuánto estás pagando por cada euro o dólar que la empresa gana al año.
Su fórmula es directa:
PER = Precio por acción / Beneficio por acción (BPA)
Por ejemplo, si una acción cotiza a 40 € y la empresa gana 4 € por acción, el PER es 10.
Eso significa que el inversor está pagando diez veces los beneficios anuales de la empresa.
También puedes interpretarlo como el número de años que tardarías en recuperar tu inversión, suponiendo que los beneficios se mantuvieran estables.
Siguiendo el ejemplo anterior, si el PER es 10, se necesitarían 10 años para que la empresa generara los beneficios equivalentes a lo que has pagado por la acción.
Tipos de PER: pasado y futuro
No todos los PER son iguales. Existen dos variantes principales que conviene distinguir:
Trailing PER (o PER histórico)
Se calcula con los beneficios del último año fiscal (o los últimos cuatro trimestres). Refleja el rendimiento real reciente de la empresa.Forward PER (o PER proyectado)
Se basa en las estimaciones de beneficios futuros. Es una proyección que refleja las expectativas del mercado.
Esta diferencia es importante: mientras el PER histórico mira hacia atrás, el PER proyectado anticipa lo que los inversores creen que ocurrirá.
Un descenso del PER futuro frente al actual puede indicar que se espera crecimiento de beneficios, mientras que un aumento puede sugerir menor rentabilidad esperada.
Cómo interpretar el PER
Aunque el PER es una medida sencilla, su interpretación requiere contexto.
En términos generales:
PER bajo: la acción puede estar infravalorada o el mercado puede tener pocas expectativas sobre su crecimiento.
PER alto: puede reflejar sobrevaloración, pero también confianza en un fuerte crecimiento futuro.
De forma orientativa, la media histórica del mercado ronda un PER de 15.
Si una acción tiene un PER de 8 o 10, podría considerarse barata (aunque habría que estudiar por qué).
Si su PER es de 30 o más, puede estar sobrevalorada… o simplemente pertenecer a un sector de rápido crecimiento como la tecnología.
Por ejemplo, empresas consolidadas como bancos o eléctricas suelen moverse con PER bajos, mientras que compañías tecnológicas o de innovación pueden mantener PER de 40 o incluso 50 sin que eso sea necesariamente una señal negativa.
El PER ideal no existe
No hay un PER “correcto” o universal.
Lo importante es comparar con criterio:
El PER de una empresa debe analizarse frente al de otras del mismo sector, no frente a industrias completamente diferentes.
También debe interpretarse dentro del contexto económico y del ciclo empresarial.
Una empresa con PER 25 puede ser cara en un entorno de tipos altos, pero razonable si se espera que duplique beneficios en los próximos años.
Algunos inversores legendarios, como Benjamin Graham o Warren Buffett, preferían empresas con PER inferiores a 15, buscando valor oculto.
Otros gestores modernos, en cambio, aceptan PER más altos si la empresa muestra una trayectoria de crecimiento sostenido y ventajas competitivas claras.
4 usos prácticos del PER
El PER no es una fórmula mágica, pero sí una herramienta comparativa muy útil si se usa con inteligencia.
Aquí tienes cuatro formas efectivas de emplearlo:
Comparar con el promedio del mercado.
Si el PER de una empresa está muy por encima del promedio del índice (por ejemplo, del S&P 500 o el IBEX 35), puede estar sobrevalorada… o ser una compañía de gran crecimiento.Comparar con empresas del mismo sector.
No tiene sentido comparar el PER de Iberdrola con el de Meta. Cada sector tiene sus márgenes, riesgos y expectativas distintas.Analizar su evolución histórica.
Si el PER de una empresa ha ido bajando año tras año, puede ser señal de que el mercado ha perdido confianza en su crecimiento.Evaluar expectativas del mercado.
Un PER alto puede reflejar optimismo; uno bajo, desconfianza. Pero ambos extremos pueden esconder oportunidades, según el contexto.
Conclusión
El PER es una de esas métricas que, pese a su sencillez, sigue guiando a los mejores inversores del mundo.
Por sí solo no te dirá qué comprar, pero combinado con otros indicadores —como el crecimiento del beneficio, el endeudamiento o los flujos de caja— puede ayudarte a distinguir entre una empresa cara y una empresa valiosa.
En definitiva, el arte de invertir no está en encontrar fórmulas secretas, sino en comprender con profundidad las más simples.
Y el PER, sin duda, es una de ellas.

